El COVID cambió la forma en cómo se realizan las actividades desde el hogar, al trabajo y la manera de convivir.
Dos años después, la pandemia sigue entre nosotros. Setecientos treinta días desde el primer caso positivo de COVID-19 en Quintana Roo, ciudadanos y turistas poco a poco hemos aprendido a convivir con un virus del que nada sabíamos y que jamás esperamos que trastocara todos los aspectos de nuestra vida.
Desde el primer caso en el 2020, en Quintana Roo se tiene registro de 91 mil 143 personas infectadas por el COVID-19, y 4 mil 350 personas fallecidas por el coronavirus.
Dos años después, la pandemia sigue entre nosotros. Setecientos treinta días desde el primer caso positivo de COVID-19 en Quintana Roo, ciudadanos y turistas poco a poco hemos aprendido a convivir con un virus del que nada sabíamos y que jamás esperamos que trastocara todos los aspectos de nuestra vida.
Desde el primer caso en el 2020, en Quintana Roo se tiene registro de 91 mil 143 personas infectadas por el COVID-19, y 4 mil 350 personas fallecidas por el coronavirus.
La pandemia sigue. A pesar de la baja de contagios y defunciones, la sombra del coronavirus persiste, cambiando hasta los más pequeños detalles que sin darnos cuenta realizamos y que dan forma a lo que ahora todos llamamos “nueva normalidad”.
Porque, nos guste o no, la normalidad que conocíamos desapareció desde el 14 de marzo de 2020: hace 730 días, a costa de más de cuatro mil seres queridos que ya no están con nosotros.
Dos años de COVID: la nueva normalidad… que ya no es nueva
¿Qué tanto ha cambiado la vida en dos años?
Más allá del evidente uso del cubrebocas y el gel antibacterial, cada actividad que realizamos cambió drásticamente.
Pero después de dos años, los usos y costumbre de un mundo en pandemia ya no nos parecen tan extrañas, al grado que incluso algunos (los más pequeños) las consideran “de toda la vida”.
Con todo y quienes se oponen, el cubrebocas no es sólo una medida sanitaria, sino también una norma de convivencia social, e incluso, de la moda, porque para mucha gente, la mascarilla debe combinar con la ropa, los zapatos o el bolso.
Lo mismo podemos decir del gel antibacterial. En 2019 nunca pensamos que un bote con gel formaría parte de nuestras mochilas y no sólo eso, que sería tan importante como el teléfono celular mismo porque ¿a poco no nos hemos regresado a casa al notar que olvidamos el gel?
En otros rubros, la pandemia de COVID cambió la forma de convivir y relacionarnos. A pesar de que poco a poco volvemos a las calles, restaurantes, cines y cafés, hoy en día pensamos en nuevas variantes: ¿es un lugar abierto?, ¿está ventilado?, ¿respetarán la sana distancia?
Esta y otras preguntas hicieron que muchos negocios enfrentaran la (nueva) realidad: adaptarse o cerrar. Si bien muchos no pudieron sobrevivir, los que siguen en pie cambiaron las formas de hacer las cosas, desde menús digitales a cubiertos envueltos en plástico; a la reducción de aforos y uso de caretas para el personal. Todo ello a costa de las ganancias, y en algunos casos, de un despiadado recorte de personal.
También el turismo tiene nuevas reglas y basta sólo un ejemplo: cuando esta situación comenzó, era impensable y casi, casi se consideró un insulto solicitar a los visitantes una prueba negativa de COVID, pero ahora, ellos mismos buscan los test no sólo por su salud, sino por respeto a la salud de los empleados hoteleros.
Ante la nueva normalidad y baja de contagios, Quintana Roo evalúa eliminar el uso de cubrebocas, con las debidas atenuantes.
Esto, de acuerdo con el gobernador Carlos Joaquín González, se anunciaría después de conocer los resultados epidemiológicos de uno o dos ciclos más de 14 días, por tanto sería al final de un período de 28 días cuando se podría dar a conocer si Quintana Roo elimina o no el uso de cubrebocas en espacios abiertos.
De ocurrir este escenario, se seguirían los pasos de Nuevo León, estado en el que apartir de hoy el uso del cubrebocas en espacios abiertos es opcional.
Dos años después, la pandemia sigue entre nosotros. Dos años y 91 mil 143 contagiados después, la nueva normalidad dejó de ser novedosa y hoy forma parte de nosotros, lo queramos o no, por una sencilla razón: la pandemia aún no termina.
Y si aún no lo crees, basta recordar que hoy China ordenó el cierre parcial de la importante ciudad de Shenzhen por un aumento de contagios.
El COVID sigue aquí. Y nosotros también.