“Uno de cada tres adolescentes admite tener una relación ‘tóxica’ con la tecnología: 

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María Zabala, consultora especializada en Alfabetización y Ciudadanía Digitales, subraya que no se debe demonizar la tecnología, sino aprender a utilizarla de forma adecuada. Aunque los adolescentes son considerados nativos digitales, no todos saben cómo gestionar correctamente dispositivos y redes, según un estudio de Unicef.

Zabala enfatiza que el comportamiento individual es fundamental. Mientras que algunos jóvenes pueden refugiarse en las redes sociales debido a situaciones complicadas, otros encuentran amistades y superan inseguridades. No obstante, la experta destaca que no existen estudios que afirmen que las redes sociales sean problemáticas en sí mismas.

La falta de conocimiento sobre el uso adecuado de las redes sociales no es exclusiva de los jóvenes, ya que la mayoría de los padres también las utilizan de manera inadecuada. Zabala argumenta que, en lugar de imponer lecciones, es necesario aprender juntos.

La pandemia y el confinamiento han afectado la salud mental de los jóvenes, pero Zabala subraya que esto se debe a múltiples factores y no únicamente a las redes sociales. También destaca que es crucial comprender cómo las grandes empresas de internet manejan nuestros datos.

Para Zabala, la educación sobre el uso responsable de las redes sociales debería ser parte integral de la crianza. Así como no se permite a los niños salir sin límites de un día para otro, tampoco se debería permitir un acceso irrestricto a las redes sociales de inmediato. El control parental de los dispositivos móviles se presenta como una herramienta valiosa para la alfabetización tecnológica.

En cuanto a la supuesta adicción a las pantallas, Zabala destaca que ninguna asociación internacional de psicología la reconoce oficialmente. En su lugar, se habla de “uso problemático” o “relación tóxica”, lo cual está influenciado por la capacidad de autocontrol de cada individuo.

En conclusión, María Zabala destaca la importancia de proporcionar herramientas y educación para aprender a usar la tecnología de manera responsable, y no simplemente etiquetarla como “mala”. Se argumenta a favor de una introducción gradual y supervisada a las redes sociales, especialmente para los jóvenes, y se subraya la necesidad de involucrar a las familias en la alfabetización digital.