CANCÚN: LA VISIÓN DE MANUEL ESPINOSA IGLESIAS

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La Jiribilla
Por: Jorge González Durán

En 1973, un grupo de periodistas de Chetumal, prácticamente los únicos entonces, Santiago Hernánde (qepd), Gilberto Valencia (El Indio Valencia) (qepd), y mi compadre Carlos Colonia (qepd), entrevistamos a Manuel Espinosa Iglesias, presidente del Consejo de Administración de BANCOMER. En mis papeles conservo lo que nos dijo entonces:
“El turismo que va al sureste del país, busca dos cosas fundamentalmente: mares y arqueología; y en Quintana Roo encuentra bueno y abundante. Por lo que toca a arqueología, la mayoría de los estudiosos de la materia opinan que es poco lo que se ha descubierto.

Todo el Territorio está sembrado de vestigios del imperio maya: La zona arqueológica de Kohunlich, de reciente exploración, ha puesto en claro que aún están inexploradas regiones arqueológicas que igualan, y quizá pudieran superar en importancia y tamaño, al mismo Chichen Itzá. Kohunlich, perdido en la selva, a unos 75 kilómetros de la ciudad de Chetumal, es una muestra, quizá de la más elocuente hasta ahora, de lo mucho que queda por descubrir en esta materia.

Las ruinas de Tulum, majestuosas, conjugan el misterio del pasado y el espectáculo increíble del mar. El viajero encuentra zonas arqueológicas tan interesantes como Cobá y otros diversos puntos de menor extensión pero de igual belleza e importancia. El mar, eterno centro de atracción, es en Quintana Roo, el mar de los mares.

Conocedores de playas europeas, mexicanas, sudamericanas o polinésicas, reconocen su superioridad por el color de sus aguas, la blancura de sus arenas, por sus jardines y sus verdaderos zoológicos submarinos, por la temperatura templada y lo intensamente azul de la bóveda de sus cielos. La caleta de Xel-Ha, la playa de Akumal, Isla de Mujeres y la Playa del Carmen son simplemente escenarios inolvidables. Cozumel merece un punto y aparte por su inigualable belleza.

Cancún será una gran sorpresa. Muy pronto todos sabrán lo que significa para el turismo nacional y en particular para Quintana Roo la Isla Cancún, en la que materialmente se ha desbordado una actividad febril que está convirtiendo ese lugar en el más complejo centro turístico de México para el mundo.