BEBER CAFÉ SE ASOCIA CON VIVIR MÁS AÑOS

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Cuentan que cuando el café llegó a Europa, hace ya más de cuatro siglos, las autoridades eclesiásticas recomendaron al papa Clemente VIII que lo prohibiera ya que lo consideraban una bebida excesivamente sugerente y pecaminosa. Afortunadamente, antes de tomar una decisión definitiva, el pontífice probó aquel novedoso producto y, encantado con su sabor, dicen que lo bautizó porque consideró que “sería una lástima dejar solo a los infieles el placer de esta bebida”. Aun así, e incluso con la bendición papal, el café ha sido uno de los productos más vilipendiados y despreciados históricamente.

Afortunadamente la ciencia está despejando, poco a poco, las dudas y derribando muchos de los mitos que se han levantado injustamente alrededor del café. De hecho, durante la última década los estudios enumerando las ventajas de un consumo moderado de café se han acumulado de tal manera que se cuentan por cientos y hasta la propia Organización Mundial de la Salud (que hasta no hace tanto demonizaba el consumo de café) terminó aceptando las evidencias y ahora recomienda un consumo de hasta tres tazas al día. Recientemente, un importante estudio publicado en JAMA Internal Medicine desmontaba una de las creencias más extendidas del café informando que no encontraba relación entre el consumo de café y un aumento de los problemas cardíacos o arritmias. Fue en 2021 y así publicamos el artículo: No, el café no aumenta el riesgo de sufrir problemas con el ritmo cardíaco.

El tiempo ha pasado pero los estudios e investigaciones sobre el café han seguido aumentando y, esta misma semana, se han publicado en el European Journal of Preventive Cardiology los resultados de uno de los mayores estudios realizados hasta el momento sobre la relación entre longevidad y consumo de café. La investigación la ha realizado la Asociación Europea de Cardiología que ha utilizado datos del extenso Biobanco del Reino Unido para examinar la asociación entre los diferentes tipos de café y las enfermedades cardiovasculares, las arritmias incidentes y los fallecimientos de adultos de entre 40 y 69 años.

En total, el estudio incluyó a 449.563 participantes, con una mediana de edad de 58 años, un 55,3% eran mujeres y, al inicio del estudio, ninguno de ellos mostraba arritmias u otras enfermedades cardiovasculares. Los sujetos de estudio completaron además un cuestionario informando de su consumo habitual de café (número de tazas y tipo de café, es decir, si consumían instantáneo, molido, descafeinado, etc.). A partir de entonces, los investigadores realizaron un seguimiento de estos participantes que duró una media de 12,5 años.

La comparación entre bebedores de café y no bebedores de café se ajustó por edad, sexo, origen étnico, así como otras condiciones médicas que pudieran descompensar como presión arterial alta, obesidad, diabetes, apnea del sueño, tabaquismo, etc.

Durante todos estos años un total de 27.809 participantes (el 6.2%) falleció durante el seguimiento. Tras analizar el historial clínico de todos los voluntarios, así como las causas y registros de defunción los resultados obtenidos son bastante notables (aunque podríamos decir que cada vez menos sorprendentes).

Todos los tipos de café (instantáneo, molido, descafeinado) “se vincularon con una reducción en la muerte por cualquier causa”. La mayor reducción del riesgo se observó con dos o tres tazas al día, que en comparación con no beber café se asoció con un 14 %, 27 % y 11 % menos de probabilidad de muerte para las preparaciones descafeinadas, molidas e instantáneas, respectivamente.

Además, durante los años de seguimiento, se diagnosticó enfermedad vascular a 43.173 participantes durante el seguimiento (9,6 %) y al comparar datos entre consumidores y no consumidores de café, los investigadores encontraron que “todos los subtipos de café se asociaron con una reducción en la incidencia de enfermedades cardiovasculares”. Nuevamente, el riesgo más bajo se observó con dos o tres tazas al día que, en comparación con la abstinencia del café, se asoció con una reducción del 6 % (para café instantáneo), 20 % (descafeinado) y 9 % (molido) de la probabilidad de desarrollar enfermedad cardiovascular.

En definitiva, la literatura científica no solo está limpiando el buen nombre del café, desmintiendo algunos perjuicios para la salud sino que, en palabras de la propia Sociedad Europea de Cardiología, “nuestros hallazgos indican que beber cantidades modestas de café de todo tipo no debe desalentarse, sino que puede disfrutarse como un comportamiento saludable para el corazón”.

Fuente: Yahoo Noticias